¿Enfrentarse a un texto literario? ¿Por qué no dejarse
llevar por él y ser consciente de que el poeta ve más allá de la realidad
aparente, llega hasta donde nadie logra llegar, como un insecto dotado de mil ojos, cada uno de los
cuales lo van acercando más y más a lo absoluto?
De este modo, yo me dejo llevar por el ritmo y la
emoción de este poemario, consciente también de que son dos elementos
esenciales para la existencia de eso que llamamos poesía. Porque sí, la poesía,
como el ser del filósofo griego, se dice de muchas maneras y la frontera entre
prosa y poesía es una línea bastante incierta, después de tanto “ismo” como ha
llovido, pero sin ritmo ni emoción no hay poesía.
En todos los capítulos o apartados que integran este
poemario ese ritmo y esa emoción no dejan de estar siempre patentes. No voy a
descifrar trama y urdimbre de estos versos y solo os recomiendo, una vez más,
que os dejéis llevar por la fluidez y la sabiduría de estas composiciones,
escritas con total libertad, pero sin asonancias ni artificio. Perfecto sabe
que aun cuando se escribe libremente como él hace, la libertad absoluta no
existe porque el ripio, la cacofonía y el lugar común acechan.
No me gusta mucho analizar las influencias literarias
recibidas por cada poeta. Considero que,
a veces, es preciso contar con las inconscientes, no menos importantes y
decisivas. Estoy seguro, sin embargo, de que Perfecto ha leído mucho a los
modernistas y ha sabido superar ese modernismo degradado en perlas, fuentes
cantarinas y lluvia de pétalos, mal versificado. Aquí la influencia más certera
es del mejor Juan Ramón. Aquí el lector no echa para nada de menos la rima.
Perfecto no la necesita. Tiene esa capacidad de ir directamente, sin ella, a la
emoción: “No hay más./Ahí está todo el
secreto./ Saborea la bellez/ tal se te muestra”, nos dirá.
Estoy seguro también de que ha leído a los poetas
arábigo-andaluces. Ese refinamiento suyo, esa comunión con la naturaleza, si no
¿de dónde le vienen? Ha leído mucho también a Omar Kayan. Con él coincide en el
tratamiento del tiempo: (“…el tiempo/el
único que nos es dado.) nos dice. Yo añadiría entre las posibles
influencias de Perfecto la del maestro de la melancolía que fue Leopardi. Y
resulta una obviedad afirmar que como todos los poetas españoles actuales, ha
recibido la herencia de la poesía francesa a través de Rubén Darío, aunque ya
nos parezca lejana.
Existe un matiz que considero muy interesante en este
poemario y que quisiera subrayar: es ese paso desde el yo al objeto poético,
que se alterna con el tratamiento desde lo impersonal a tal objeto. Si en la
primera parte, “Permanencias”, el
poeta escribe desde el yo más íntimo, en la segunda, “El centinela en el umbral”, la actitud de la mirada del poeta se
convierte en objetiva: se abandona la intimidad del yo, a la que se vuelve en
el apartado siguiente, “Cantigas”,
en consonancia con la temática amorosa. Por último, en “Desvelos”, de una gran intensidad,
se sumerge en su realidad onírica, como si quisiera reconocer los
límites de su alma. Y es en ese movimiento que va del yo al mundo exterior, en
ese mágico “zoom”, donde reside uno de los aspectos más originales de este poemario y de su gracia alada.
No quiero olvidar tampoco la riqueza metafórica con la
que se expresa Perfecto. Dejo al lector la clasificación, el desmenuzamiento y
el estudio de esa riqueza, y, apresuradamente, le ofrezco algunas de las
imágenes que me han deslumbrado en este texto:
-
Ahí el chamariz , músico del aire
-
Si pronuncio violeta
-
Regresó el halcón de la soledad
- los
licores absortos
en el asombro
sobre la cumbre roja de las pasiones
-
los ventisqueros pálidos de la melancolía
-
con tus ojos inmensos como creaciones
-
la serena opalescencia
de la
melancolía
-
Si tu pasión me abrumase
se haría en
mí un ave de silencio
-
la telaraña roja de mis venas
-
¡que no me recuerde herido el deseo!
-
en las ajedrezadas sombras de las acacias
-
el silente pavor del silencio
-
la luz que viene ciega de soledad
-
el cielo resplandece como una libélula
-
la sensación sombría de lo inasible
-
aunque brilla en los ojos de las águilas la muerte
-
la caja musical de la esperanza
-
contemplo como se transforma el agua
en la segunda
piel de todos los objetos
Tal vez sea un error sacarlas de su
contexto, donde sin artificio ni
un
impenetrable surrealismo adquieren todo su significado.
Dicho esto, tengo la impresión de no
haber dicho nada, de que no he hecho más que dar vueltas en torno al misterio a
estos poemas, pero sin descifrarlo, sin penetrar en él. Para decirlo en
palabras del propio autor, he tenido “…el
empeño/insistente de observar/hacia dentro del ser” sin llegar a su médula.
¿No he sabido llegar al interior del ser o, sencillamente, el misterio de la
poesía no se deja desvelar?
Para salir de este dilema, recurro al
concepto pessoíano de “poesía plastica”, aquella que “transmite una impresión exacta del mundo exterior, expresándola, sin
embargo, simultáneamente como sentida en el mundo interior”. Porque en
Perfecto Herrera también se realiza “una espiritualización
de la naturaleza” y “una materialización del espíritu” que se
resuelve en una concepción panteísta del mundo.
Aureliano Cañadas Fernandez