ALGUNAS VECES, EN LA NOCHE
A veces,
cuando tirito al calor de las mantas
y soy el hijo y el padre y el abrazo,
me escondo en lo más negro del aire
hasta el instante extremo de la noche.
Después,
como un estornudo de la aurora
salgo expelido justo al centro de otro día,
donde me espera ella,
y allí escucho el eco de su risa nocturna
demorada.
INTERMEDIO DE MI MISMO
Lo conseguido por una sola década
de crediticia diversión y noches largas
es que yo no sepa ya tomar partido.
Cuando el Muro de Berlín se retrotrajo
a aquellos años de belicosa unidad,
los fantasmas que tanto, tanto tiempo
traspasaran la opaca solidez
no supieron concluir su trashumancia.
Cuando el mundo consiguió por fin un solo,
un único poder sobre gobiernos,
- ultrasoberanía geoestratégica-
las famélicas naciones se escondieron
llevándose consigo sus fronteras.
La izquierda se aburrió, reconstruyó
los estados extintos y los pueblos,
amnésicos residuos del empacho,
aprendieron inglés y son felices.
Cuantas cavernas pude visitar
-vigiladas por platónicos del tecno-
exhibían purísimas ideas;
unas, como colgadas del techo, eran murciélagos
ignorantes de la senda solariega;
otras, como un cono de lluvia congelada,
eran axiomas hermosos y agresivos;
otras, en fin, surgían del suelo
como la alfombra que sueñan los fakires.
Pobres ideas de frío y humedad,
de dieta sanguínea y de ceguera.
Algunos saben...
yo envidio su mirar de frente,
su cuello corto, igual que un árbol
que en soledad no precisara
ir por sí mismo al encuentro de la luz.
Admiro su ideario y su panoplia,
su salvífica verdad, su mantra exacto,
envidio a aquel que ante su Dios se moja
de un cálido temor reverencial,
y guarda para sí y para su muerte
la pulcritud de unas piezas ordenadas.
Aunque está ahí, soy más que humilde
para ingresar en el edén del ideario.
Llegó el último minuto de la historia.
Más allá seré quizá un doncel yacente
con mirada de nuez y sonrisa quieta .
COLUMNA
Ni busco en la academia el rastro que mi infancia deja,
ni busco en otros versos que me valgan.
Cuanto más impuro soy, más me comprendo.
No busco conformar a los extraños,
ni agradar, ni aliviar de sus parcas al planeta.
Las veces que he quebrado mis ideas
negando su propio devenir, he roto su discurso
urdido con palabras malsonantes
que cambiaban al llegar hasta mis dedos.
He visto a los poetas comiendo con ritmo
cenando con ritmo, durmiendo también
he visto poetas.
Y yo, pobre de mí,
también cenaba, comía y dormía.
He visto en los hombres figuras arbóreas
mujeres con manos tiznadas de barro
y dije – son árboles- y luego- son tierra.
Pero hoy, hoy soy novel, soy raíz, soy base,
soy columna, sobre todo soy columna.
Apenas se nada de él, si no es por lo que dicen sus poemas. Pero me ha bastado leer algunos de sus poemas para conocerle: estamos en presencia de un gran poeta. Estos poemas que aquí os muestro, solo son eso: una muestra. Si queréis conocerle mejor visitadle en su blog http://elbosquedemnemea.blogspot.com/
Os presento a Juan Fionello, de Murcia (España). Creo que es una obligación presentarlo a quienes no lo conozcáis. Me parece un acto de justicia mostrar la luz que nos ofrece. No quedareis defraudados.
Gracias, Juan, por mostrarte, gracias por haber accedido a mi petición de poder dar entrada en mi blog a algunos poemas tuyos. Espero conocerte mejor. Ya estas entre mis afectos literarios.