Nunca sabrás
Nunca sabrás
qué alienta mi vida,
cual era el sabor de mi boca,
ni entenderás ese águila
en vuelo entre mis
cejas híspidas,
ni porqué los penachos de humo
llamaban a mis ojos
cuando el eco de los cohetes
turbaba mi mirada.
Nunca sabrás
porqué liaba las mondas de naranja,
pieles de fruta
cérea, a mis brazos,
excluyendo cualquier otro olor.
Nunca sabrás.
No, ya nunca sabrás
porqué elegía el níquel de los botones de nauta
porqué ornaba la mesa con las matas del acebo.
Nunca sabrás
porqué, a veces, me mostraba
tan huraño a la claridad,
y prefería
la química de las
estrellas.
Nunca sabrás
porque yo desdeñaba
la mansa superficie de la mar
prefiriendo el oleaje intenso
que trizaba los arenales
en desplegadas flores de tormenta.
Nunca ya lo sabrás,
como nunca sabrás
porqué te convertiste para mí
en mujer con ceniza en el aliento.