Desnudo, arropado por el aire,
mi silencio se llena de sombra lunar.
Vagan por las callejas blancas -más basura-
mis miradas despiertas.
A borbotones,
las baldosas de las aceras
exhalan un vaho de sueños,
de epifanías,
de vuelos alegóricos,
de aves y de alimañas espectrales
en piras
de oscuridad y resplandores.
Y hay un silbo en las sienes,
sostenidas, si apenas,
con dos horquillas
de luz renuente,
que alegra, leve y alevosa,
la puñetera soledad
de la noche.
mi silencio se llena de sombra lunar.
Vagan por las callejas blancas -más basura-
mis miradas despiertas.
A borbotones,
las baldosas de las aceras
exhalan un vaho de sueños,
de epifanías,
de vuelos alegóricos,
de aves y de alimañas espectrales
en piras
de oscuridad y resplandores.
Y hay un silbo en las sienes,
sostenidas, si apenas,
con dos horquillas
de luz renuente,
que alegra, leve y alevosa,
la puñetera soledad
de la noche.