Sobre el sofá tendida,
cual una diosa idólatra o pagana,
en abandono a mi caricia,
el pelo derramado,…y tus ojos ¡ay tus ojos¡
Tus pupilas sonríen, vuelan raudas,
me observan resurrecto, vivo,
alzado entre las luces.
Me muevo
y tus retinas me persiguen.
Pienso en la muerte
-sólo un instante-,
y yo ya no la temo.
Sólo me inquieta disipar, perder
los emboques y sabores de la vida,
y no vislumbrar más, aun cuando
sólo sea un momento,
tu figura tendida en el sofá
cual una diosa idólatra o pagana.
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