Repta por tierra,
a su ras, una sierpe que pasa flexible
e incontenible, por
verde pradera,
pendiente del sol.
Sólo calor,
energética fuerza de vida procura.
Por lo demás
–llamear de los árboles, luces del río,
vuelo de pájaros-
son diferentes matices inocuos
para su fe
concentrada en el astro de vida viviente.
Ah, soberana suprema de riscos y piedras;
de ti,
el que se dice que fue levantado
–proclaman los libros-
para existir
cual mayor entre todos los seres del orbe,
en la quietud de tu gesto
debiera
fijar su existencia.
Ir continuando el
error de pensar,
impasible al
presente,
únicamente lo efímero, es
malgastar lo esencial
de la
existencia sagrada, penando,
y sin gloria ninguna.
Pobre del hombre
si vive y no
muerde con ímpetu
el mundo.
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