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Cuando pase el tiempo,
y hasta el polvo sea apenas eso:
un recuerdo del polvo,
si la consciencia, por un casual,
ha sobrevivido - ¡que broma
haber entrado en la eternidad¡-,
a pesar del momento tan serio,
no faltará el destello
de aquellas sonrisas
ante el chispeante brillo
de la broma espumosa,
de lo lúdico, del jocoso dislate:
la insistente posesión amatoria,
por ejemplo, de aquella paloma
sobre la gárgola de Notre Dame;
la imaginada lectura anunciadora
del festejo sangriento
en el Coliseo de Roma (¡hoy, gran corrida,
se lidiaran seis magníficos cristianos,
cristianos de bragada estampa
pertenecientes a la afamada ganadería
de Don Jesús Nazareno ¡);
el darle repetidas vueltas a la botella
para averiguar porqué se le llama
vino verde al vino portugués Mateus;
el imaginar los improperios
de Don Nicolás Salmerón, inmóvil
en la Puerta de Purchena, sirviendo
de diana al bombardeo, sin posibilidad
de esquiva, de las heces de las golondrinas;
el divertido cambio de estampas
en la sevillana calle de Sierpes – ¡cambio un obispo
del Palmar de Troya por un magrebí
albamente enchilabado¡ -;
la búsqueda infructuosa de la jovencita
alrededor del “Cristo Empalmao”,
sito en la Plaza Aliatar de Granada;
el adorable interés femenino
por la virginal figura –la Virgen del Traqueteo-
en el puerto de Génova
convertido en estupor cuando se comprobó
que su única utilidad era vibrar
para placer de la devota creyente;
los variopintos disfraces con que mancillamos,
en un acto indecoroso e impropio de universitarios,
a tantos ilustres patricios de las Españas,..
Redimible risa, burbujeante risa
que nunca dejó de faltar en el frutero
de nuestros días, desternillante risa
que enmudeció al reloj
cogiendo a tiempo del gaznate al cuco estúpido,
y dándonos la libertad balsámica
de los opresores minutos, segundos,
y demás raleas del dios Cairos,
en que escapamos de su acción devastadora
haciendo llevadera la rueda de las secuencias
al colgarle “santirulicos” a Su Divina Persona.
Cuando pase el tiempo,
y hasta el polvo sea apenas eso:
un recuerdo del polvo,
si la consciencia, por un casual,
ha sobrevivido - ¡que broma
haber entrado en la eternidad¡-,
a pesar del momento tan serio,
no faltará el destello
de aquellas sonrisas
ante el chispeante brillo
de la broma espumosa,
de lo lúdico, del jocoso dislate:
la insistente posesión amatoria,
por ejemplo, de aquella paloma
sobre la gárgola de Notre Dame;
la imaginada lectura anunciadora
del festejo sangriento
en el Coliseo de Roma (¡hoy, gran corrida,
se lidiaran seis magníficos cristianos,
cristianos de bragada estampa
pertenecientes a la afamada ganadería
de Don Jesús Nazareno ¡);
el darle repetidas vueltas a la botella
para averiguar porqué se le llama
vino verde al vino portugués Mateus;
el imaginar los improperios
de Don Nicolás Salmerón, inmóvil
en la Puerta de Purchena, sirviendo
de diana al bombardeo, sin posibilidad
de esquiva, de las heces de las golondrinas;
el divertido cambio de estampas
en la sevillana calle de Sierpes – ¡cambio un obispo
del Palmar de Troya por un magrebí
albamente enchilabado¡ -;
la búsqueda infructuosa de la jovencita
alrededor del “Cristo Empalmao”,
sito en la Plaza Aliatar de Granada;
el adorable interés femenino
por la virginal figura –la Virgen del Traqueteo-
en el puerto de Génova
convertido en estupor cuando se comprobó
que su única utilidad era vibrar
para placer de la devota creyente;
los variopintos disfraces con que mancillamos,
en un acto indecoroso e impropio de universitarios,
a tantos ilustres patricios de las Españas,..
Redimible risa, burbujeante risa
que nunca dejó de faltar en el frutero
de nuestros días, desternillante risa
que enmudeció al reloj
cogiendo a tiempo del gaznate al cuco estúpido,
y dándonos la libertad balsámica
de los opresores minutos, segundos,
y demás raleas del dios Cairos,
en que escapamos de su acción devastadora
haciendo llevadera la rueda de las secuencias
al colgarle “santirulicos” a Su Divina Persona.
No es casualidad que después de ser polvo, y aun siéndolo, pasemos a ser una eternidad.
ResponderEliminarUn placer leerte amigo.
Gran poema el tuyo.
Muchos besos
Gracias, Duna, por tu visita.
ResponderEliminarUn abrazo.