ADOLESCENTE
Cara adolescente,
Imagínate que tienes una familia, un marido "contratado" (si no me demuestran que el maritamiento no es contratus sinalagmático, no retiro la "contracción" conyugal), un par de hipotecas filiales con fauces de rampantes herederos en linea baja, más altas y colaterales; con vocación los descendente de aunar extraños políticos al nido genético y caerás en la cuenta que hablo de ti y tu circunstancia. Pues bien, si partimos que te veo como el epicentro del nudo familiar con multiplicaciones profesionales, domésticas, sin domóticas, financieras, y un albur de avatares que ignoro pero supongo, lloverá sobre ti una carga inclemente sin paraguas protector. Así te concibo en los muchos que desplegas y reduces al uno intenso como una multiplicidad sintética. Aceptando que te desdobles en matrioskas mágicas y sepas ubicarte en la reducción comprensiva del esquema unitario, me pregunto qué utilidad das a tu tiempo que se fuga como libre. Ahí reside la sabiduría desperdiciada por la mayoría de los individuos y oigo, para no escuchar, la respuesta tópica: me falta tiempo para mis hobbies. Pues no es verdad, sino la claudicación decadente de la voluntad que anticipa la reducción neuronal que desemboca en el agostamiento del lugar común con sesteo de muerte cerebral. Así lo veo y si se sopesara solo un factor vital, el milagro no vendría de las Alturas, sino del sí propio, recreando una palanca como metáfora de sacudidas íntimas hacia movimientos inesperados que brotan de la voluntad. Podría aventurar que volición es más que intelecto; más preciso: la inteligencia es congénita (las neuronas no son del mercado); pero la voluntad -como palanca- puede hacer de la cuesta arriba un orgasmo de múltiples frutos. Yo me impuse una regla, y en ella habito: ver la vida como pendiente y no porque naciera capricornio, sino como reto a la caza de retos. Ahora aterrizo: por qué te llamo adolescente? Respondo: porque te veo los brotes que no dejas salir del árbol de tu vida, con potenciales reducidos al día de y con los demás. Así puede decolorarse tu energía y yo me impongo la penitencia para que la amiga crezca y la sienta siempre A D O L E S C E N T E.
ODISEO
Difícil no sentir cierta empatía con este texto.
ResponderEliminarIlusiones perdidas, tiempo que se detiene y consumimos, suma de ansiedades en el trabajo, el placer de ser madre, la somnolencia de un atardecer que se nos va hacia un porvenir incierto.
Pero desperdiciar, no creo que desperdiciemos, el tiempo que galopa por las venas, nos cubre de cierta sabiduría que la adolescencia solapada en la piel sigue cubriendo en esos amagos que ya zurcen nuestras plateadas sienes.
Besos, Perfecto.