LA BELLEZA

La belleza

Comprended que habiendo misterios por descifrar,
no me pare en las cosas simples.
Entended que abundando ciruelas violetas en los huertos
no repare en insignificantes arborescencias, hojas secas,
flores quebradizas que embelesan los sentidos;
que llene el corazón de pinzones y jilgueros,
de espigas doradas, áureas, y
que en ese amarillo del campo,
entre pinceladas azules de alcachofas y alcabotas,
reverbere en mi mente un rumor de flores.

Un espíritu con ansias de nociones
debe primero de aprovisionarse de apariencias:
los grandes pensamientos vienen del corazón,
y el corazón debe ser
una hoja alargada, plena de nervaduras,
que no se encharque en el dolor
sino en la, siempre por perseguir, belleza.

Llenaré de harapos multicolores y pámpanos verdecidos
los ojos y las manos, la boca de albacoras y azules fuegos
que mantengan siempre abierta la puerta
por donde vuele mi espíritu
como dicen que vuelan los vencejos
en la noche a través del silencio.