Quién sabe
Quién podría saber de mí,
y qué,
que yo ya no conozca.
Separa
lo que no he vivido de las vidas posibles,
traza una línea
por entre la verdad tangible
y las mentiras impalpables,..
..Y descubrirás que aún vivo
en la espera - inocente
potestad de lo efímero-
al borde del golpe sangriento.
Mi admiración a estos versos nacidos de un poema, tal vez clavado en una cruz dolorosa, sueño y luz, sombras interrogantes...
ResponderEliminarUn abrazo, amigo.
manuel
El momento más desvalido del hombre y la mujer, es cuando el amor los hace cerrar los ojos.
ResponderEliminarEl poema me trasmite esa indefensión ante la vida a través del tejido del poema, el que me conmueve a través del uso que le das al lenguaje mediante las palabras, en el tiempo interior que permea tu poema.
Un abrazo poeta.
quién sabe más que el sentir que se anida en lo profundo, y que nos asombra cada vez que asoma
ResponderEliminarsomos una constante en cambios y sensaciones, esencias naturales de ayeres y ahoras
cómo no venir Perfecto querido, a beber de tu poesía toda
gracias por lo mucho , perdonad lo poco
besitos de luz
Anónimo (Manuel Martínez Barcia)
ResponderEliminarQue no nos falten los interrogantes. Da sentido a la búsqueda de los seres que nos faltan.
Un abrazo, amigo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarLeticia
ResponderEliminarGracias, mi buena amiga. Es emotivo encontrar el eco propio en otro ser, más allá del tiempo y de las distancias.
Un abrazo Leticia.
elisa...lichazul
ResponderEliminarSiempre es mucho lo que de ti recibo. Siento que hay alguien, sangre sobre la tierra, que espera el hálito que el espíritu comunica.
Gracias, por estar.
Besos, querida amiga.
Este poema es una joyita.
ResponderEliminarSe desprende del verso, como ángel caído, la incertidumbre, la espera, el desaliento.
Besos, Perfecto.
Una espera, para saber que con certeza ese "golpe" llegará.
ResponderEliminarHay mucha belleza entre el dolor que tejen tus versos, Perfecto; "quién podría saber de ti, y qué, que tú ya no conozcas"
Un abrazo, mi querido Caballero
Ío