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Qué pena, qué tristura
esta calma de terso mar de luto,
este aire en el tremor del perfil de tus labios,
esta caricia mía, suave, que sorprende
al mismo sol en la oquedad del iris,
este incesante desvarío.
Sueño, pervivo, muero en este mundo
al vértigo arrojado de tu espuma,
al buscarte y no hallarte,
al fuego, a la sangre desmedida,
a tus luces oscuras y lejanas,
a la pura azucena de tus manos.
¡Oh, alta lontananza, vuelta podium
de los caballos de la guerra,
del tronar de los cielos en mis huesos,
álzame
a las azules nubes de las sombras,
al callado estertor de los abismos!
No puedo más con este no saber,
no puedo más con esta triste ausencia.
Este agua que rebulle y se desborda,
que se estanca y me vuelve barro negro
no aguanta con tanta penuria,
no puede con tanta batalla.
Me busco en la memoria de la espiga,
en todo cuanto vive y cuanto muere,
en los pasos esquivos de la muerte,
y solo encuentro un hombre atado al tiempo,
a esa sideral curva, irredenta,
de perpetua madera de la noria.
Qué pena, qué tristura
esta calma de terso mar de luto,
este aire en el tremor del perfil de tus labios,
esta caricia mía, suave, que sorprende
al mismo sol en la oquedad del iris,
este incesante desvarío.
Sueño, pervivo, muero en este mundo
al vértigo arrojado de tu espuma,
al buscarte y no hallarte,
al fuego, a la sangre desmedida,
a tus luces oscuras y lejanas,
a la pura azucena de tus manos.
¡Oh, alta lontananza, vuelta podium
de los caballos de la guerra,
del tronar de los cielos en mis huesos,
álzame
a las azules nubes de las sombras,
al callado estertor de los abismos!
No puedo más con este no saber,
no puedo más con esta triste ausencia.
Este agua que rebulle y se desborda,
que se estanca y me vuelve barro negro
no aguanta con tanta penuria,
no puede con tanta batalla.
Me busco en la memoria de la espiga,
en todo cuanto vive y cuanto muere,
en los pasos esquivos de la muerte,
y solo encuentro un hombre atado al tiempo,
a esa sideral curva, irredenta,
de perpetua madera de la noria.
Es implacable esa noria que nos ata,
ResponderEliminarperpetuo transcurrir que nos ahoga
y nos arrastra inexorablemente hacia el vacío y a la nada.
Besos, Perfecto.
La última estrofa, Caballero mío, tiene tal tristeza anclada a sus versos que es dificil ver o intentar ver una mínima expresión de luz.
ResponderEliminarPrecioso, no hay más palabras, solo un beso
Ío
Estimado Perfecto: He leído tu poema con gran placer, para encontrarme en el Samsara, ese círculo infinito de la muerte y los renacimientos. Ese girar sin fin entre la luz y sombra lo he disfrutado con gran fruición.
ResponderEliminarUn abrazo fraterno desde Costa Rica
Vaya Poema!!
ResponderEliminarEn verdad, totalmente magnífico!!
Un abrazo...
Gracias Perfecto por estar en mi camino. Te leo con deleitey en silencio cuando el tiempo me lo permite...
ResponderEliminarAbrazos sinceros.
Lisola
Tus poemas se superan día a día y no sabe una qué decir para comentarlos, ya que toda palabra que se me ocurre se desvanece ante la grandeza de tus versos.
ResponderEliminarMagnifico
Abrazos
Eva- La Zarzamora
ResponderEliminarEs implacable e inexorable, pero a veces me permito el lujo de hacer una pirueta e inventar la forma de escapar. Todo es cuestión de imaginación.
Besos.
Io
ResponderEliminarSi, últimamente me estoy repitiendo de forma obsesiva. He de procurar convertir la noria en tiovivo. Veremos si los consigo.
Besicos, Mi Señora.
Cristian Marcelo Sánchez
ResponderEliminarEstimado Cristian, todos vivimos ya en el Samsara. ¿A caso no renacemos todos los días?
Un abrazo desde esta orilla del Mare Nostrum
El GatoPardo
ResponderEliminarGracias, amigo mío. Un lujo recibir tu compañía.
Un abrazo...
Lisola
ResponderEliminarGracias a ti, Lisola, por acompañar.
Besos.
TriniReina
ResponderEliminarSiempre son interesantes tus comentarios, amiga mía. Y acompañan. Gracias por ello.
Abrazos